[Hace unos días me despedía de mi familia, amigos, conocidos del día a día… Sabía que había llegado el momento de cambiar de aires, conocer gente nueva, descubrir que había más allá de la larga fila de estanterías que me rodeaba… Quería vivir. Pero sobretodo CONTAR.
Llegué al estudio de diseño Creoo un 10 de Diciembre envuelto en un plástico de burbujas que casi no me dejaba ver nada con nitidez…. Estaba nervioso, excitado, intrigado… quería poder comprobar con mis propios ojos todo lo que estaba captando a través de mis otros sentidos: pasos por aquí, voces de fondo, olor a café recién hecho, impresoras funcionando sin parar, ruidos de teclados frenéticos, flashes de un estudio fotográfico… “venga chicos, que se note que es martes, vuelvo en 5 minutos” oí que decía una voz fuerte de una persona que debía ser el jefe de la empresa.
Durante este poco tiempo que llevo en la oficina, ya han pasado por aquí muchas empresas, tendencias, diseños… Cada semana la oficina se llena de nuevas ideas, texturas, proyectos… La creatividad y la innovación están en el orden del día y casi no quedan huecos donde ir colocando los materiales y productos. El ritmo en el estudio es frenético, cada mañana las bandejas de entrada de los correos vuelven a estar llenas y el teléfono suena desde primera hora de la mañana.
En la sala donde yo estoy hay una gran mesa central dividida en 8 puestos con ordenadores, una pizarra que ocupa toda una pared, flores y una enorme estantería cuadrada llena de productos, materiales, revistas… Mi puesto está en medio de la mesa y, desde aquí, tengo contacto directo con todos los proyectos de los trabajadores del estudio. Además, cuando llega la una de la tarde, los rayos del sol entran por los blancos ventanales que presiden la oficina pudiendo terminar la media jornada con un ambiente cálido y de luz natural.
Mi objetivo en este block es ir contándoos todo lo que pasa por este estudio, tendencias, diseños, oportunidades… con información de primera mano cercana al desarrollo de los proyectos. Cada semana hay algo nuevo y no puedo evitar contarlo e intentar que todo el mundo experimente lo que aquí se vive.
Soy Carlos y esto es “CreoO que hay un fantasma”
¿Os habíais dado cuenta que ya es Navidad?
Como para no haberlo notado ¿no? La carga en el estudio se ha multiplicado por 4 y el turbo se ha aumentado a 1,5. Sin embargo, estas fechas enmascaran los problemas y el estrés de una forma “mágica” consiguiendo sacar todo el trabajo haciendo malabares con las bolas del árbol.
La personalización de productos es una tendencia al alza desde hace ya varios años y que aflora con fuerza en los días señalados como aniversarios, festivos… o en este caso en concreto, en navidad. Buscando conectar, comunicar, trasmitir… de una manera cercana y familiar la gratitud hacia la otra persona, clientes, trabajadores… son muchas las empresas que recurren a nuestros servicios buscando un producto que realmente se ajuste y contagie los valores de la persona o la marca que hay detrás del regalo.
Hay muchos tipos de productos que se pueden personalizar, pero no todos se ajustan a estas fechas navideñas. Uno de los fuertes del estudio es la capacidad que tienen de fusionarse con las empresas y entender de primera mano cual es la experiencia que va a tener el consumidor final de esa marca con este producto de branding.
Aun teniendo en cuenta que cada target de cliente es diferente, existen una serie de características que se acoplan a la gran mayoría de ellos. La calidez del producto, tocarlo… sentirlo… querer disfrutar no solo usándolo sino también viéndolo. Los colores despiertan nuestras sensaciones: los blancos y plata representan la inocencia, la transparencia… los dorados aportan la riqueza, prosperidad… y por último, el verde y el rojo que dan los toques de alegría, amor y naturaleza.
Que gran ventaja tienen las empresas que consiguen que su marca forme parte de la felicidad, tranquilidad, generosidad… de la vida de las familias en estas fechas. Cada tarde espero con añoranza la hora de cierre de la oficina para ver como las ventanas de las casas vecinas se iluminan y las familias entran en calor bebiendo un chocolate caliente tapados con mantas viendo Netflix iluminando sus caras con las luces del árbol de navidad.
Soy Carlos y esto es “CreoO que hay un fantasma”